Te encontrás a lo alto,
a unos cuantos metros de mí,
pero aunque te sienta alejado,
sos la alegría de mis tardes de verano,
mi motivo para sonreir.
Me gusta mirarte,
me gusta perderme en tus cuatro brazos que se marean con constancia,
sigo vuelta tras vuelta,
siento tu fresco,
me desconciertan tus movimientos.
Quizás no sea tan así por junio, julio,
pero a fines de la primavera
sos mi motivo para no morir,
y quizás no te lo demuestre,
quizás no te lo agradezca,
pero espero que sea obvio,
que notes mi sonrisa,
cada vez que brindes tu fría brisa.
El ventilador, la musa de los guerreros.
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