De noche, un poco de madrugada
el lugar está vacío y unas pocas almas rondan por la pista de arriba,
y si el aburrimiento abunda
bajamos las escaleras
o volvemos a subir,
la oscuridad dura unos pocos minutos,
luces enceguecedoras emergen de la misma nada para invitarnos a bailar,
la música suena por unos parlantes desalineados,
el lugar se llena y empieza la distracción,
el entretenimiento,
el regocijo de ver a la gente,
de adivinar si están borrachos,
o sólo bailan así porque están un poco perturbados,
y nos damos vuelta porque algo llama nuestra atención,
La Fabiana comienza a gritar,
y allí en la esquina,
dos personas del mismo sexo se manosean sin verguenza alguna,
sin darnos cuenta nos sonrojamos,
pero tipo 5:00 ya somos todos unos descarados,
sólo para esperar una hora
y salir a respirar el aire fresco,
sufrir un poco el frío,
y olvidar los bochornos de la noche.
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