Camina sin rumbo mientras lo lastiman sin sentido,
el pobre hombrecito no encuentra su camino,
ni su manera de ser,
ni la persona por quién vivir.
No entiende el por qué de las cosas,
el por qué de su vida y su estar en éste mundo,
pero se mantiene mientras recorre los hallazgos de otros,
se maquina imaginando una dimensión paralela inexistente,
sueña con aquellas cosas que quizás algún día logre
(quizás no),
¿Y el alma acompañante qué siempre esperó?
ésta no se encuentra a su lado ni al de nadie,
no existe en ésta vida
y lo condena a la eterna soledad,
pero el hombrecito es optimista y espera por su llegada,
cree tener tiempo para esas cosas,
pero nadie le dijo que su tiempo es ahora,
que el presente no es la monotonía que ocurre en su cabeza,
que no aprovecha lo que imagina.
El hombrecito vive en soledad
y esa frívola vida que le ha de tocar
ríe en su cara cada minuto,
pero él no lo nota,
entonces continua con lentitud
al no rumbo que le tocó de destino,
y las lágrimas que aún no muestra
son la clara imagen de lo que tiene,
de lo que le falta,
de lo que imagina y no concreta.
El hombrecito no tiene por qué ni por quién caminar,
pero aún sigue.